La consecuencia de todo esto es que su lengua se encuentra todavía viva hoy en día. Los dialectos se han inevitablemente formado en el curso del tiempo por la omisión de sílabas, la fusión de sonidos diferentes en uno sólo, y por otras simplificaciones; y esos dialectos, que varían de un pais árabe a otro, son empleados normalmente en la conversación. Pero la menor ocasión entraña inmediatamente el retorno a la majestad y a la sonoridad no disminuída del árabe clásico a la que se reviene a veces espontáneamente, en la conversación igualmente, cuando sentimos que tenemos alguna cosa realmente importante que decir. Por otro lado, el pequeño número que, por principio, se niega rotundamente a hablar la lengua corriente es susceptible de encontrarse frente a un dilema: o se abstienen completamente de participar en una "conversación ordinaria", o corren el riesgo de generar un efecto incongruente. La habladuría fútil, es decir la expresión rápida de pensamientos irreflexivos, a debido ser algo casi relativamente desconocido para el pasado, pues es algo a lo que las lenguas antiguas no se prestan: si los hombres pensaban con más facilidad y se aplicaban más a componer sus pensamientos, se aplicaban más también ciertamente a expresarlos. Es lo mismo para el sánscrito como para el árabe; cada uno, con su maravillosa variedad de consonánticos, nos conduce a esta conclusión: hace mucho tiempo, los órganos humanos del oído y de la articulación eran más finos y delicados que ahora; y eso está corroborado también por un estudio de la música antigua hecha de sutileza rítmica y melódica.
(Martin Lings - Creencias antiguas y supersticiones modernas, ed. Pardes 1988, primer capítulo)