Canoa de amerindios Kwakiutl del norte de Vancouver, Canadá
[...] El Arca del diluvio es también una representación del centro
supremo, considerado especialmente en tanto que asegura la conservación de la
tradición, en el estado de repliegue en cierto modo[i],
en el periodo transitorio que es como el intervalo de dos ciclos y que está
marcado por un cataclismo cósmico que destruye el estado anterior del mundo para
hacer lugar a un estado nuevo[ii].
El papel del Noah bíblico[iii]
es semejante al que desempeña en la tradición hindú Satyavrata, que deviene
después, bajo el nombre de Vaivaswasta, el Manu actual; pero hay que destacar que, mientras que esta última tradición se refiera
así al comienzo del presente Manvantara, el diluvio bíblico marca solo el
comienzo de otro ciclo más restringido, comprendido en el interior de este
mismo Manvantara[iv];
no se trata del mismo acontecimiento, sino solo de dos acontecimientos análogos
entre ellos[v].
Lo que es también muy digno de ser notado aquí, es la relación que existe entre
el simbolismo del Arca y el del arcoiris, relación que está sugerida, en el
texto bíblico, por la aparición de este último después del diluvio, como signo
de la alianza entre Dios y las criaturas terrestres[vi].
El Arca, durante el cataclismo, flota sobre el Océano de las aguas inferiores;
el arcoiris, en el momento que marca el restablecimiento del orden y la
renovación de todas las cosas, aparece «en la nube», es decir, en la región de
las aguas superiores. Por consiguiente, se trata de una relación de analogía en
el sentido más estricto de esta palabra, es decir, que las dos figuras son
inversas y complementarias la una de la otra: la convexidad del Arca está
vuelta hacia abajo, la del arcoiris hacia arriba, y su reunión forma una figura
circular o cíclica completa, figura de la que son como las dos mitades[vii].
Esta figura estaba en efecto completa en el comienzo del ciclo: es la sección
vertical de una esfera cuya sección horizontal es representada por el recinto circular
del Paraíso terrestre[viii];
y éste está dividido por una cruz que forman los cuatro ríos salidos de la
«montaña polar» [...]
Réne Guénon, el Rey del Mundo
[i] Este
estado es asimilable al que representa para el comienzo de un ciclo el «Huevo
del Mundo», que contiene en germen todas las posibilidades que se desarrollarán
en el curso del ciclo; el Arca contiene del mismo modo todos los elementos que
servirán a la restauración del mundo, y que son así los gérmenes de su estado
futuro.
[ii] Es
también una de las funciones del «Pontificado» asegurar el paso o la
transmisión tradicional de un ciclo a otro; la construcción del Arca tiene aquí
el mismo sentido que la de un puente simbólico, ya que ambos están destinados
igualmente a permitir el «paso de las aguas», que tiene por lo demás significaciones
múltiples.
[iii] Se
observará también que Noé es designado como habiendo sido el primero que plantó
la viña (Génesis, IX, 20), hecho que hay que aproximar a lo que hemos dicho más
atrás sobre la significación simbólica del vino y su papel en los ritos
iniciáticos, a propósito del sacrificio de Melquisedek.
[iv] Una
de las significaciones históricas del diluvio bíblico puede ser aproximada al
cataclismo en el que desapareció la Atlántida.
[v] La misma observación se aplica naturalmente a todas las
tradiciones diluvianas que se encuentran en un gran número de pueblos; las hay
que conciernen a ciclos todavía más particulares, y es concretamente el caso,
en los griegos, de los diluvios de Deucalion y de Ogygès.
[vi] Génesis
IX, 12-17
[vii] Estas
dos mitades corresponden a las del «Huevo del Mundo» como las «aguas
superiores» y las «aguas inferiores» mismas; durante el periodo de trastorno,
la mitad superior ha devenido invisible, y es en la mitad inferior donde se
produce entonces lo que Fabre d´Olivet denomina el «amontonamiento de las
especies». — Las dos figuras complementarias en cuestión, bajo un cierto punto
de vista, pueden ser asimiladas también a dos crecientes lunares vueltos en
sentido inverso (siendo uno como el reflejo del otro y su simétrico en relación
a la línea de separación de las aguas), lo que se refiere al simbolismo de
Janus, uno de cuyos emblemas es el navío. Se observará también que hay una
suerte de equivalencia simbólica entre el creciente, la copa y el navío, y que
la palabra «bajel» sirve para designar a la vez a estas dos últimas (el «Santo
Bajel» es una de las denominaciones más habituales del Grial en la edad media).
[viii]
Esta esfera es también el «Huevo del Mundo»; el Paraíso terrestre se encuentra
en el plano que le divide en sus dos mitades superior e inferior, es decir, en
el límite del Cielo y de la Tierra.
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