jueves, 21 de junio de 2012

Abdul Hadi

John Gustaff Agelii, pintor sueco devenido musulmán con el nombre de Abdul Hadi. Fue quién inició a Rene Guenon en la rama Shadhilita del Tasawwuf (esoterismo islámico) en el año 1912. Este es un extracto sacado de su artículo "Páginas dedicadas al Sol", publicado originalmente en febrero de 1911 en la revista "La Gnose".

* * *

El Universo tangible no es, prácticamente, más que una inmensa alucinación colectiva, hereditaria e inveterada. No sólo nuestras alegrías y pesares no son más que falsas sensaciones sugeridas por antiguas costumbres ancestrales, sino que son las mismas convenciones sensoriales de los hombres que le han conferido a la materia el aspecto que hoy día posee. No es que el ambiente haya creado al hombre: en realidad es el hombre que ha creado al ambiente con una especie de cristalización exterior del contenido de su conciencia. Cuando, posteriormente, este último es el que ejerce su influjo sobre el individuo, el ambiente, entonces, no es más que el instrumento mediante el cual las colectividades del pasado y del presente se apoderan del individuo para reducirlo a la más infame esclavitud, impidiéndole ver con sus ojos, oír con sus oídos y actuar según su iniciativa; de este modo lo envilecen tanto que ya ni siquiera merece ser castigado cuando comete un crimen. Cuando hablamos del Estado contra el individuo, somos lógicos a medias. En realidad, por un lado tenemos a la humanidad entera y, por el otro, a quienes se han entretenido en romper la cadena hipnótica de la locura general. Cuando el hombre ha penetrado el propio secreto dominical, empieza a conocer los Nombres divinos más majestuosos, cuya posesión da acceso al santuario de la fatalidad. Entonces él percibe, por encima de la ilusión colectiva, una especie de estrella, un punto fijo en el vacío que se desarrolla y por irradiación abre el horizonte de un mundo nuevo en conformidad con el lugar que ocupamos en la eternidad.        

He recogido el musgo en la nieve, y he visto
la exuberancia de la selva tropical.
Envuelta en la fría bruma – en un gran palacio oscuro
una pétrea diosa negra de cabeza leonina – me hizo
ver el Sol africano en la arena ardiente.
Yo leía los libros del Maestro antes de saber el árabe.
Lo vi antes de conocer su nombre.

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