VÍA INICIÁTICA DE LOS "SOLITARIOS"
Jadir el Verdeante y René Guénon
Por Alain de Santacreu
"AL-KHADIR. La vía marial de los afrâd. René Guénon, uno
de los afrâd".
En diferentes ocasiones, tanto en su obra como en su corrrespondencia, René
Guénon ha hecho alusión a un personaje misterioso al que llaman Seyidna
Al-Khadir en el Islam, o Khizr en la denominación persa (1).
En una carta fechada el 5 de noviembre de 1936, Guénon escribía a Ananda
Koomaraswamyy, en este sentido:
"Vuestro estudio sobre "Khwaja Khadir" (aquí decimos
"Seyidna El Khidr") es muy interesante, y las correlaciones que
habéis señalado son totalmente justas desde el punto de vista simbólico: pero
lo que puedo asegurarle es que hay en ello algo muy distinto a simples
"leyendas". Tendría muchas cosas que decir al respecto, pero es
dudoso que las escriba nunca, pues, de hecho, es un asunto de los que me tocan
un poco demasiado directamente..."
El artículo de Coomaraswamy debía aparecer, en su versión francesa, en 1938, en
"Etudes Traditionnelles", revista dirigida por Guénon bajo el título
de "Kwâjâ Khadir y la Fuente de la Vida". Este ensayo se
circunscribía a la zona indo-persa e incidía más en los aspectos mitológicos
del personaje que en su dimensión iniciática.
La iconografía de Asia occidental representa al profeta Al-Khadir bajo los
rasgos de un hombre viejo, al modo de un fakir, totalmente vestido de verde (4)
y portado sobre el agua por un pez.
La leyenda de Khadir está ligada al simbolismo del Agua de la Vida (Aquae
Vitae), la Bebida de la Inmortalidad que se encuentra en diferentes tradiciones
con otros vocablos, como haoma avéstico o soma védico. Todos estos elixires
simbolizan el verdadero conocimiento divino, esotérico y matutino. En las
novelas medievales la búsqueda de esta supraconciencia se confunde con la
conquista caballeresca del Graal, copa sagrada que contiene la sangre de Cristo
-modalidad cristiana de la Bebida de la Inmortalidad como la "Leche de la
Virgen", en la misma simbólica que, en la misma época, designábase
metafóricamente a la Vía Láctea, polo celeste de los Caminos de Compostela.
La verdadera naturaleza de Khwâkâ Khadir se descubre a través de numerosos
cuentos populares donde el esquema narrativo se parece al de la "Queste
del Graa". Khadir es el maestro del "Río de la Vida" que fluye
en la tierra de las tinieblas y que el héroe de la narración quiere alcanzar.
El profeta corresponde al dios védico Varuna, en cuya morada está la fuente de
los ríos y que también es transportado por un pez, el makarah.
Esta semejanza entre Varuna y Khadir es más obvia si se considera que el reino
del profeta se sitúa en el extremo norte, es decir en la Tierra del Jabalí
("Varâhi " en sánscrito), que es la Tierra de al Tradición
Primordial, la Tierra Sagrada Polar. En efecto, la raíz "var", por el
nombre del jabalí, se encuentra en las lenguas nórdicas bajo la forma de
"bor"; "Varâhi" es entonces "Boreas" (6).
Sin embargo, aunque Guénon se negó escribir directamente sobre Khadir, éste
había hecho su aparición, algunos meses atrás que la carta de Coomaraswamy, en
Le Voile d´Isis -del que era entonces redactor-, en una traducción de
Abdul-Hâdi (7) sobre "Las categorías de la Iniciación"
(Tartînut-Taçawwuf) de Ibn Arabî.
En este tratado, que correponde al capítulo 73 de las "Revelaciones de la
Meca (Futûhat..)" el llamado Sheikh al-Akbar ("el más grande de los
maestros") considera las diferentes vías iniciáticas del esoterismo
musulmán.
Los afràd constityen la tercera categoría del sufismo. Su nombre sifnifica
"los solitarios". Se les llama también "los sabios"
(al-hokama") o también "los que llegan a la cúspide de la
iniciación" (al-waçilûn), y el profeta Al-Khadir es su maestro. Abdul-Hâdî
nos lo presenta así: "Kidr es un personaje tan misterioso como importante
en el mundo musulmán. Desempeña con los más santos la misma función que
desempeñó Gabriel con el Profeta de Allah. Es el Océano de la ciencia
esotérica. Se le representa como el distribuidor de las Aguas de la Vida y de
la Inmortalidad, y su nombre está ligado al importante símbolo universal del
pez. Su leyenda se encuentra en el Corán" (9).
El número de "afrâd" es desconocido e indeterminado, pero
forzosamente ha de ser impar. El 3 es el primer número impar después de la
unidad, principio de los números que en sí no es un número. Los
"abdâl" , los "maestros de la perfección", representan la
cuarta categoría de los altos grados del sufismo. Son 7 y todos deben ser
"afrâd". En cuanto a la quinta categoría, los
"malâmatiyah", las "gentes del reproche", son de número
ilimitado y constituyen el grupo más elevado de todas las categorías puestos
bajo la jurisdicción del "Polo (Qutb)". Sin embargo es preciso dejar
claro que este rango no corresponde a ninguna primacía jerárquica en relación a
los afrâd puesto que son ajenos a las vías regulares y habituales de la
iniciación. En efecto, los afrâd representan el grado supremo de la santidad,
además del "Polo" que es la cumbre espiritual de la época y la más
grande autoridad de la jerarquía iniciática, siendo él mismo un
"fard" (singular de "afrâd").
En el tratado traducido por Abdul Hâdi, los datos sobre los "afrâd"
son muy sucintos, si bien Ibn Arabî habla sobre ellos en numerosos pasajes se
su obra (10).
El hecho de que generalmente les llama "al-rukkan" (jinetes) nos
sugiere que el tipo de iniciación de los "afrâds" es de tipo
caballeresco, y la presencia del sable en las representaciones de Al-Khadhir
nos lo hace así entender (11).
Otro nombre que caracteriza a los afrâd es el de muqarrabûn ("Los próximos
o reconciliados") término coránico que designa la más alta categoría de
los elegidos, el que está más allá de la distinción dualista de las "Gente
de la Derecha" y de las "Gente de la Izquierda" y que el Corán
llama también sâbiqûn, es decir, "los que preceden", "los
precursores", "los antecesores". Se puede decudir que los afrâd
se identifican a esta Vía del Medio, esta Vía del Cielo que es esta vía de la
habla Lao-Tsé en su celebre aforismo: "El Tao que puede ser expresado no
es el Tao eterno".
Hay otras indicaciones importantes dadas por Ibn Arabî concernientes a los
afrâd: carecen de discípulos, no reivindican ningún magisterio y no imponen
ninguna disciplina y dispensan su ciencia como un don al que uno puede acogerse
o rehusar.
Una de sus características fundamentales es su renuncia a todo movimiento
propio por estar en un estado de reposo perpetuo: no se mueven, son antes bien
portados por una montura que tira de ellos, una potencia, una fuerza deseada
que es el Amor de Dios. Pues ellos son "los queridos-deseados"
(al-murâdûn) mas que los que desean, pues son los Amados del Amigo.
El sueño -la dormición- es para ellos el estado privilegiado de abandono a
Dios, un mi´raj, una ascensión parecida a la del Profeta Muhammad, que fue
transportado por Allah en su sueño (Corán 17,1). Actuando por esta fuerza del
Deseo, ellos son los agentes del Secreto -o más exactamente, del Sello que les
preserva: ellos se mantienen apartados hasta la hora en que deberán darse a
conocer. Y es que hay, según Ibn Arabî, dos tipos de profecía: la legisladora
cuyo sello es Muhammad -Sello de la Profecía- y una profecía indeterminada que
representa el grado supremos de la santidad, la profecía de los
"afrâd" que sellará Jesús, el "Sello de la Santidad".
Una nota de Titus Burckhardt nos resultará esclarecedora: "El papel del
Sello de los Profetas corresponden a una función cíclica principial, mientras
que la función del Sello de los Santos es necesariamente intemporal y oculta;
ella representa el prototipo de la espiritualidad, independientemente de toda
misión (risälah)" (13).
Algunos años más tarde, en 1946, en otro artículo de Abdul Hâdî, "Paginas
dedicadas a Mercurio", aparecido en "Etudes Traditionelles"
(14), en el subtítulo "Las dos cadenas iniciáticas" introduce el
siguiente párrafo: "Una vía es histórica, la otra es espontánea. La
primera se comunica en los senderos establecidos y conocidos, bajo la dirección
de un sheikh vivo, autorizado, poseedor de las claves del misterio; tal es
Et-Talîmur-rijal o Instrucción de los Hombres. La otra vía es
Et.Talîmur-rabbâni o Instrucción Señorial, que yo me permito denominar
Iniciación Marial (15), puesto que es la que recibió la Santa Virgen (...) Esta
segunda vía es actualmente poco frecuente en Europa, al menos en sus grados
inferiores, pero resulta casi inexistente en Oriente. Hace ocho siglos la
Iniciación Marial era tan frecuente como en el Oriente musulmán porque ella es
sobre todo pragmática" (1***) Según esto, por consiguiente, en lo que
convierne a la vía de los afrâd, Abdul-Hâdî no se refiere, como podría
esperarse de él, al maestro Al-Khadir sino, cosa extraña, a la Virgen María.
La redacción de la revista -es decir, Guénon en persona- diligentemente
añadiría una larga nota al respecto con el propósito de "precisar el
sentido": "En lo que respecta a la Vía de los afrâd, cuyo maestro es
Seyidna Al-Khidr, y que está fuera de lo que podría llamarse la jurisdicción
del "Polo" (Al-Qutb), que sólo comprenden las vías regulares y
habituales de la iniciación. No nos cansaremos de insistir en que se trata de
caos muy excepcionales y que sólo se produce en circunstancias en las que la
transmisión normal se vuelve imposible, por ejemplo ante la inexistencia de
cualquier organización iniciática regularmente constituida".
Como se constata, Guénon no utiliza la expresión "Vía Marial" -él no
la rechaza por tanto, y precisa simplemente que el maestro de los afrâd es
Al-Khird que, precisamente, no es citado en el párrafo en cuestión de
Abdul-Hâdî (2***). Por otro lado, cuando Guénon indica que esta vía no se
ofrece más que "en ausencia de toda organización iniciática regularmente constituida",
no tiene manifiestamente en cuenta la afirmación de Abdul Hâdî según la cual
este tipo de iniciación eran antaño tan frecuente como la vía regular ocho
siglos atrás en el Oriente musulmán, de donde se puede, por tanto, suponer que
en aquel tiempo el Tartîbut-Taçawwuf, es decir las órdenes iniciáticas, no
están ausentes en el Islam.
Todo ayuda a creer, por consiguiente, que en esta nota, el sheikh Abdel Wahed
Yahia (16), desde su autoexilio en El Cairo, supo "nadar y guardar la
ropa", y es que la función metafísica que se experimenta a través de René
Guénon, y que se puede designar con el calificativo de Iniciación, es
precisamente aquella de la cual Al-Khadir es el maestro (3***).
GENEALOGÍA INICIÁTICA DE LOS SOLITARIOS
La Virgen María, que el ángel saluda como "llena de gracia", es el
icono de los afrâd, la mujer perfecta que el Islam llama "Fâtir "
porque ella es la expresión absoluta de la "Naturaleza Original
"(17).
En los evangelios canónicos no se hace jamás alusión a linaje alguno de María
(18). Todo acontece como si ella no tuviera antepasados, como si ella no
perteneciera a linaje humano alguno: la cadena biológica se interrumpió con
ella.
Esta ascendencia misteriosa nos retrotrae a este otro desconocido, Al-Khadir,
que los musulmanes consideran como profeta -aunque no pertenece a ningún linaje
profético. Sin embargo, una tradición referida por Kasimirsky (19) afirma que
se le considera proveniente de Pinchas, hijo de Eléazar, hijo de Aarón, del que
su alma habría pasado sucesivamente al cuerpo de Elías, y después al de San
Jorge. Y bajo este punto de vista cabe recordar que María es llamada
"hermana de Aarón" en el Corán.
Pero sin duda podría interpretarse esta tradición a partir del nombre
"Aarón" que deriva de "Arôn", nombre que designa en hebreo
un cofre, es decir, el arca. Simbólicamente Aarón es una personificación del
Arca de la Alianza y, por consiguiente, la filiación de María y de Al-Khadir a
la familia de Aarón muestra sobre todo que pertenecen a la familia de la Tradición
Primordial.
Por otra parte, la literatura paratestamentaria aporta un texto, esencial y muy
poco conocido, que introduce otro personaje en lo que podríamos llamar una
genealogía iniciática de los solitarios. Se trata del "Libro eslavo de
Henoch"" en el que se indica que Sophonim, madre de Melkisedeq, había
concebido su hijo sin conocer hombre alguno (20). Esta concepción virginal de
Melkisedeq no contradice, en el plano simbólico, a su caracterización canónica,
tal como aparece en Hebreos (7,39), donde se dice de él: "Sin padre, sin
madre, sin genealogía, no teniendo principio de días ni final de vida".
Es significativo recalcar que cada uno de estos tres personajes sin generación
intervinieron más específicamente en los tres libros sagrados de la tradición
abrahámica: Melkisedeq en la Thora, María en el Evangelio y Al-Khadir en el
Corán. Observemos igualmente que si el nombre de Melkisedek vetero y
neotestamentario no aparece explicitamente en el Corán, María, en cambio, es
nombrada en el Evangelio y en el Corán pero no en la Thora. Por último,
Al-Khadir sólo aparece en el Corán, y únicamente es citado directamente en la
sura XVIII. Tal indistición original es la expresión de la verdadera
catolicidad, del auténtico ecumenismo.
Charles-Andé Gillis lo explicó muy bien tomando el término coránico de
"al-Fitrah" como referencia. Esta noción equivale al Dharma del
hinduismo, es decir, la Verdad Original. La Fitrah se manifiesta desde el
origen en el llamado "Pacto Primordial" que Allah tuvo con los
hombres. Él les dijo: "No soy yo vuestro Señor? Respondieron "Sí, lo
atestiguamos" (Corán 7,171). Este reconocimiento del verdadero Padre -de
su Señorío Divino- es el que más se olvida el ser humano, de ahí la necesidad
de la búsqueda iniciática de la Palabra Perdida. Mas, ¿qué acontece en los caso
en que se da una "ausencia de toda organización constituida
iniciáticamente"..?
Según Charles-André Gilis, "puede acontecer, en algunos casos muy
excepcionales, cada vez más raros a medida que el ciclo humano se acerca a su
fin, y sujeto a ciertas gracias providenciales y compensatorias, que este
Recuerdo no se haya perdido; en otros términos que la influencia del
"padre y madre" no nuble la consciencia actual de la "filiación
única" que es el de la Fitrah" (21).
El carácter marial de esta filiación es propio de la vía de los afrâd.
LA VIRGEN DE LOS AFRÀD
Si volvemos ahora al párrafo citado de Abdul Hâdî, "Las dos cadenas
iniciáticas", constataremos que nos reenvía implícitamente a una época
clave que corresponde a un momento de intensa presencia marial en Occidente: la
época de las peregrinaciones medievales de los siglos XI y XII ligadas a los
cultos de las Vírgenes Negras. El culto de las Vírgenes Negras debe ser puesto
en relación con el hermetismo cristiano.
Abordaremos ahora un aspecto esencial de nuestro personaje, puesto que la vía
de los afrâd parece reposar sobre técnicas de realización operativas
("pragmáticas", dice Abdul Hàdî) próximas a ciertas formas de la
alquimia espiritual.
La verdad fundamental y secreta del cristianismo es su esencia alquímica: es la
Alquimia Real y Total, la Cristogénesis amorosa y sacrificial que separa al
puro del impuro. La mayoría de los tratados alquimistas se presentan bajo la
forma de un sueño o de una visión (22) y, según la expresión de Henry Corbin,
la alquimia pertenece al "Mundus Imaginalis" (Mundo de lo Imaginal)
(4***).
Esta noción de Mundus Imaginalis se revelará indispensable en nuestro
acercamiento a la vía de los afrâd porque ella supone una conjunción esotérica
del Cristianismo y del Islam, así como el reconocimiento de su filiación
oriental -en el sentido metafísico y no geográfico del término. Esta filiación
abre la perspectiva de un Tercer Mundo entre el mundo Inteligible y el
sensible. Un Tercer Mundo de lo Imaginativo que el Islam denomina
"âlam-al-mithal", para el que ha inventado el orientalista Corbin el
neologismo "Imaginal", a fin de diferenciarlo de lo imaginario tal y
como lo concibe nuestra psicología exotérica y particularmente la
psicoanalista. Porque no se trata aquí de un onirismo psíquico, tal como
practicaron algunos surrealistas en nuestra literatura, sino de un verdadero
onirismo espiritual, del que llevaron a cabo Rimbaud, Nerval o Villiers de
l´Isle-Adam.
Lo Imaginal es el mundo de la realidad objetiva de la Revelación - la
Anunciación de Gabriel a María pertenece al mundo espiritual -que se puede
concebir como el de las analogías y de los símbolos. Entre lo divino y lo
humano, el símbolo, lejos de negar la realidad tangible del evento, le devuelve
su sentigo anagógico, el "verticalizado".
Este "Mundus Imaginalis" es el que el platonismo neo-zoroastriano de
Sohrawardi designa como la Tierra Celeste de "Hûrqalyâ", la tierra
que, según la más bella expresión de Corbin (23), es la Teurgia de su Ángel
porque, por su femineidad, constantemente virgen, de ella emanan las
Inteligencias Querubínicas.
Descubrimos así un triple universo: el mundo del hombre que es el de la
percepción sensible; el mundo del alma que es el de la percepción imaginativa,
y el mundo del ángel que es el de la percepción inteligible.
"Ver las cosas de Hûrqakyâ" es descubrir el sentido oculto de las
cosas, la historia espiritual transparente bajo los eventos históricos.
Este mundo interior, visionario, no ha sido mejor descrito que en los relatos
visionarios de Sohrawardî, el filósofo iraní del s.XII cuyo pensamiento se
inspira en las fuentes mismas del mazdeísmo ancestral (24).
Es el mundo deonde se cumplen los hechos de nuestra hiero-historia, las
teofanías, las manifestaciones del "Xvarnah -la Luz de Gloria" de la
teosofía zoroastriana, tan cerca de las manifestaciones de nuestro Santo Graal.
Todos los relatos místicos de Suhrawardî son la representación de un prototipo
de búsqueda que es la demanda-búsqueda (Quète) de Al-Khadir. La historia
espiritual del profeta, la historia de su retorno hacia la puerta celeste,
norte cósmico, "roca de esmeralda" en la cima de la montaña Qâf, en
la cúspide de la jerarquía esotérica (5*). Es el paraíso terrestre de la Hiperbórea,
la tierra que no fue alcanzada por la Caída adámica, la Tierra de las Almas de
la que habla el poeta persa Abdul Karim Jili: "el suelo es pura harina de
trigo candeal muy blanca, el Cielo es de verde esmeralda; sus habitantes
sedentarios son de una raza pura y de alta nobleza y no reconocen a otro rey
que no sea Khezr (Al-Khadir)" (25).
Es allí donde reside Sîmorgh, el maravillo pájaro divino, forma angélica de
Al-Khadir "el verdeante", porque por este color verde que le
califica, el profeta testifica esta visión esmeraldina que es la capacidad
espiritual de "ver las cosas de Hûrqalyâ".
Iniciador de la vía profética secreta, Al-Khadir, el maestro de los (sin)
maestros, representa la figura misma del guía interior, el que orienta el
peregrinaje del alma.
Al los ojos de Suhrawardî, el encuentro con el ángel es la clave de la
ascensión del alma hacia la luz. En la medida en que Dios es inaccesible en su
esencia, nosotros no podemos encontrarle más que a través de su manifestación
angélica. En este cara a cara con el ángel, el alma descubre, en el arcángel al
que ella está unida, su alter ego. Del sufismo, Sohrawardî recibió la idea de
un maestro interior que, en su realidad esencial, no es otro que el Ángel de la
Revelación, el arcángel Gabriel.
Uno de los textos más bellos de Suhrawardî, el Arcángel purpúreo termina con
estas palabras: "Si tú eres Khezr, también puedes franquear la montaña de
Qâf". Y, en otro de sus relatos, "El Exilio Occidental", el
narrador probará su capacidad de reconocer a Khezr al referir, "en primera
persona", la Búsqueda profética de Al-Khadir. La narración suhrawardiana
instaura una vía operativa de escritura que es la de los afrâd.
Cuando un alma singular encuentra al arcángel Gabriel, éste es el "ángel
personal" que ella ve. El ángel personal es el que la doctrina
suhrawardiana de la Luz llama "Naturaleza Perfecta". El ángel Gabriel
es el ángel-arquetipo de la humanidad (6***).
En un relato iniciático de una belleza sublime, Le bruissement des ailes de
Gabriel (El rumor de las alas de Gabriel) Sohrawardî muestra el símbolo de la
dualidad de la Naturaleza Perfecta a partir de las alas del arcángel: su ala
derecha es blanca y su ala izquierda es negra, símbolos respectivos del
espíritu y del psiquismo (Noûs y Psyquê) (7***).
Así que, el Espiritu Santo, enviado a María, se muestra con dos alas, una pura
y la otra no tenebrosa y ahrimaniana sino como un susurro ceniciento-lunar
(entenebrada), y, por tanto, en este reflejo de la luz que constituye el ala
izquierda del ángel, las tinieblas, por la voluntad de Dios, pueden
precipitarse.
LA CIENCIA DE HERMES, CIENCIA DE LA INVOCACIÓN DE LA NATURALEZA PERFECTA
René Guénon ha definido el hermetismo como perteneciente al dominio de la
Iniciación Real. Es una tradición de origen egipcio helenizada, transmitida por
los árabes al mundo cristiano medieval y cuyo nombre deriva del dios Hermes,
que los griegos consideraban idéntico al Thot egipcio y que se correspondería
con el Mercurio romano. El hermetismo es "una aplicación de la doctrina principial
del conocimiento de lo que podemos llamar el Mundo Intermediario, es decir, el
dominio de la manifestación sutil en el que se sitúan las prolongaciones
extracorpóreas de la individualidad humana" (26).
El culto a las Vírgenes Negras integra la figura marial en el simbolismo de la
Gran Obra alquímica .que es la finalidad misma de la doctrina. La relación de
las Vírgenes Negras con el Arte Real está inscrita en el corazón de nuestras
catedrales, en la cripta subterránea donde María simboliza la "materia"
de los alquimistas.
Se sabe que el sentido de la Gran Obra es obrar una transmutación de la materia
simultáneamente a la transfiguración del alma del adepto. Como toda ciencia
tradicional operativa, el método alquímico se funda sobre la imitación del acto
cosmogónico primordial.
Se encuentra en la escena de la Anunciación la gran cosmogénesis védica donde
el papel de "Purusha" correspondía a Gabriel y el de Prakriti a
María. Se trata para el filósofo de realizar el matrimonio hermético entre lo
ígneo, el alma-azufre, y lo volatil, el espíritu-mercurio -cabe reseñar al
respecto que en la India el mercurio es la simiente de Shiva, al que se
consagran los linga mercuriales. El mercurio es entonces el principio
masculino, el yang, el cual tiene el poder de purificar y de fijar el oro, y es
un alimento de la inmortalidad, símbolo del soma, de ahí que el tantrismo se
aplica a controlar la secreción y la circulación.
Sobre la vía alquímica la Virgen Negra desempeña el papel de la Gran
Iniciadora: es el modelo al que el alma del iniciado debe conformarse. En esta
perspectiva, el alma deberá aniquilarse para entrar en la Noche Oscura, para
que el rayo del Espíritu pueda iluminar la oscuridad, tornando blanca la tierra
negra y transfigurándola en "Agua Viva".
Pues bien, existe una técnica iniciática y marial que es la de los âfrad. Esta
ciencia permite penetrar en el "Mundus Imaginalis". Es una alquimia
espiritual que descansa en la invocación del Nombre y sobre la contemplación de
la imagen santa.
El rosario -que en opinión de Frithjof Schuon es la "Oración del
Corazón" de Occidente- es una técnica de oración encantatoria e
invocadora. La repetición del nombre divino actualiza el Recuerdo de Dios -el
"pacto primordial"- en la conciencia del orante, al mismo tiempo que
este último visualiza y dramatiza los misterios de su propio corazón (8***). El
orante debe revivir en su propio Nombre el misterio de los Nombres divinos y
tal es el tipo de iniciación recibido por María. El orante deberá identificarse
con la Virgen de la Anunciación y recibir las palabras del Ángel (9***).
Él la saluda: "¡Ave María!". El núcleo fundamental de toda la
himnología maríal está al completo totalmente en esta bendición. El saludo
angélico del Ave María es la clave de la fórmula de la iniciación marial.
"Ave María": estas palabras mántricas adquieren no sólo un valor
teológico sino también iniciático. Tradicionalmente "Ave María" evoca
al "Aum" hindú -equivalente del "Amén" hebraico- puesto
que, si se tiene en cuenta la equivalencia en latín de las dos letras
("v" - "u") se obtienenn Av(e) M(aría) (27).
Así, los tres nombres divinos de la invocación del Rosario son Ieschoua
(Jesús), Mariam (María) y Aum (Ave María). Son los tres nombres en que reside
la fuerza operativa de la oración.
Hay una práctica cristiana de los mantra: la influencia poderosa de los
nombres, pronunciados interiormente, en una iniciación alquímica. A este
respecto hay que reseñar que los adeptos defininen su "fuego secreto,
espíritu viviente y luminoso" como un cristal translúcido y verde.
La bendición del Ángel Gabriel, "Ave María", equivalente del nombre
sagrado "Amén", es entonces el Alfa y Omega de la Cristogénesis
alquímica. En efecto, este Nombre divino, "Amén", es el último nombre
del Apocalipsis de Juan -cierra el último libro y lo abre por otro lado. La
palabra del Ángel de este lugar del pasaje apocalíptico -que es el lugar del
Ángel- es el lugar donde se opera la inversión final, entre dos ciclos, y que
el hinduismo llama "Paravrtti".
Porque el misterio de Gabriel y de María, el misterio de la palabra crística,
debe revelarse en los tiempos apocalípticos -ella se revelará nuevamente de
otro modo.
De ahí que la sura XVIII del Corán nos parezca esencial en esta perspectiva
escatológica dado que es el único lugar del relato abrahámico donde interviene
Al-Khadir, la forma profética del Ángel.
LA SURA DEL FINAL DE LOS TIEMPOS
El personaje de Al-Khadir sólo aparece en la sura XVIII, la de "Los
Compañeros de la Caverna" (Ahl al-Kahf). El título evoca el simbolismo
polar puesto que la cavertn está ligada íntimamente a la montaña y a la
"axialidad de los polos" (28).
La letra árabe "Qâf" está, además, considerada como "jeroglífico
del Polo" por René Guénon, puesto que equivale no sólo fonéticamente al
nombre significativo de "caverna" (Kahf), sino que representa también
en la tradición árabe, el nombre mismo de la Montaña Sagrada o Polar (29).
Al-Khadir está presente en cada uno de los tres relatos de la sura (30). Sin
embargo no está explícitamente nombrado -es la tradición exegética quien
identifica al "perro" de los Compañeros con el mismo Servidor de Dios
que encuentra Moisés en el segundo relato.
Consideraremos en este ensayo nuestro únicamente el primer relato, que es el
que da nombre a la sura. Es la leyenda de los "Siete Durmientes de
Éfeso" que tiene la particularidad reseñable de que es común al
cristianismo e Islam.
En el año 250, dice la tradición, durante la época de las persecuciones de los
cristianos por el emperador Decio, tres, cinco o siete jóvenes , según el Corán
-siete en la leyenda cristiana- se refugiaron en una caverna para sustraerse a
los cultos idólatras. Por orden de Decio fueron emparedados vivos. Eran jóvenes
cristianos "sumidos por Dios en la religión de Jesús, hijo de María",
comenta Tabarî (31): "Dios hizo morir las almas de estos jóvenes en el
sueño y su perro quedó despierto solo" (Tafsir, XV, 126). Tras dormir 309,
fueron despertados y pudieron testificar acerca del milagro de su resurrección
(10***).
Louis Massignon considera este relato de los siete mártires resucitados como el
"Apocalipsis" del Islam (32).
El perro que vela solitariamente en la caverna desempeña el papel de un Kerub
(querubin): "... su perro, con las patas extendidas, está tendido sobre el
suelo", podemos leer en el verso 17 de la sura. Se observará que su
ubicación y soledad corresponde al de la tumba de santa María Magdalena, a la
entrada de la cripta de los Siete Durmientes venerados en Éfeso. Según
Massignon, el perro de la caverna sería Al-Khadir; textos islámicos le
atribuyen, en efecto, un papel no sólo de guardián sino también de instructor
de los Durmientes. Además es interesante observar las dos series de números que
se dan en la aleya 21: "Él dirá: ellos eran tres, el cuarto es el perro;
otro dirá: eran cinco, su perro era el sexto. Se escudriñará el misterio. El de
más allá dirá: eran siete y su perro era el octavo. Di: Dios sabe mejor que
nadie cuántos eran. Sólo unos pocos lo saben" (11***).
Se podrá observar que la primera serie de números (3,5,7) se aplica a los
Durmientes y que son los tres primeros números impares: es así como podemos
reconocer que los Compañeros de la Caverna eran afrâd.
El perro se considera parte y cosa aparte. Se coloca al pie de ellos, lo que da
17. Si dividimos 357 por 17 se obtiene 21, que es el número correspondiente a
Shin, letra del alfabeto representante del Espíritu Santo; número que es además
el de la aleya de la sura. Por otro lado, si se sustrae 357 (correspondiente a
la serie de números aplicados a los Durmientes) de 468 (correspondiente a la
serie de números que se aplican al Perro), se obtiene 111, número cuyo poder
simbólico es grande puesto que se trata de un número polar, el alef hebraico, o
alif árabe. Este número representa la unidad expresada simultáneamente en los
Tres Mundos, lo que caracteriza la función misma del Polo: "Qutb", en
cifras, es también 111 (100 9 2) (12***).
Prosiguiendo con las consideraciones numerológicas, diremos a continuación que
el perro de la sura, asimilado a Al-Khadir, no es sino el llamado
"Veltro", personaje iniciático que aparece también bajo el aspecto de
un perro en la "Divina Comedia" y que, según la predicción de
Beatriz, se le asigna el número 551, representando al Mesías por venir, el
destructor de las potencias contra-iniciáticas del final del ciclo: "Un
cinquecento diece et cinque, messo di Dio" (Purgatorio 33, 43-4). Pero lo
que es remarcable es que este número es uno de los valores numéricos de
"Shaddai" (33).
En su primer artículo en "Etudes Traditionelles", aparecido en 1950,
Denys Roman (34) insistía ya sobre el valor simbólico del color verde y su
nombre: "está compuesto de las mismas consonantes que las palabras
"vertu", "vertical", "verite" (virtud, vertical,
verdad). Vert (verde) en latín se dice Viridis, que tiene como raíz
"vir", de la que provienen palabras como virtualidad, virulencia,
virilidad... Se da entre el color verde y la idea de fuerza una relación
misteriosa. El verde, según Denys Roman, es símbolo de la esperanza, la virtud
teologal que corresponde a la "fuerza" de la Masonería.
La orden caballeresca de "La Anunciada" tenía por divisa
"Fert" de la que se han dado las explicaciones más bizarras, pero que
probablemente habría que interpretarla como "Fuerte" (Fort) como
derivada de "Vert", cuya primera consonante ha sido fortalecida
fonéticamente.
Esta referencia a la "Orden de la Anunciada", fundada en 1362 por el
duque Amadeo VI de Saboya y que se encuentra bajo la invocación de la Virgen
María, nos parece particularmente interesante porque establece una correlación
entre la Virgen y El-Shaddai. Este Nombre divino, "Shaddai", proviene
del hebreo "Shed", "El seno", símbolo de la Naturaleza
Nutricia. En la Kabala, toda la creación y todas las criaturas están ligadas a
las fuerzas de la naturaleza (tierra, agua, fuego, aire). Estas fuerzas de la
naturaleza se llaman Shédim. Y el Señor de las fuerzas naturales es, por tanto,
"El-Shaddai" (35).
Hemos visto que el número 515 en Dante se identifica a la figura del perro,
cifra del Nombre divino Shaddai, pero existe otro valor numérico de este Nombre
que lo relaciona con Schiloh de la profecía de Jacob: "El cetro no se
marchará de Judá, ni el bastón de jefe de entre sus pies, hasta que venga
Schiloh" (Génesis 49, 10) (13*). Para las tradiciones hebraica y cristiana
este texto anuncia el advenimiento mesiádico del Final de los Tiempos. Es
remarcable que Schiloh tiene el mismo valor numérico simple que el Nombre
divino El-Shaddai, es decir, 345 (36).
La figura del ángel Gabriel se identifica con esta misma función iniciática y
escatológica: Gabriel en hebreo significa "fuerza divina", "Dios
se muestra fuerte". Esta misma connotación de "fuerza" se
encuentra en la lengua árabe, en la que el nombre del ángel Gabriel (Jibril) es
muy similar al nombre divino "Al-Jabbar (El Todo Poderoso)". Según la
tradición hebrea, en la era mesiánica Gabriel combatirá contra Leviathan.
La doctrina islámica rechaza la idea de que "El Altísimo, al-Alí",
pueda ser el padre del Cristo manifestado, pues ello implicaría que el Único puede
entrar en relación de par con otro, lo que resulta inconcebible. Es por ello
que el Espíritu Santo tiene un estatuto angélico y es Nombre divino con el que
se identifica el ángel Gabriel.
Por contra, en el cristianismo el ángel Gabriel tiene un simple papel de
anunciador y el Espíritu Santo es considerado como una persona divina (de la
Trinidad). Pero ¿cómo no considerar al anunciador de la Palabra como una forma
hipostática del Verbo? Además como anunciador del Verbo, Gabriel debe
relacionarse con Juan Bautista, último de los profetas del Antiguo Testamento y
precursor que anuncia el Nuevo, "mensajero que abre el camino", según
Malaquías (3, 1): "He aquí que yo envío mi ángel, el cual preparará el
camino delante de mí. Y luego vendrá a su templo el Señor, el Señor a quien
buscáis vosotros, y el ángel de la Alianza de vosotros tan deseado. Vedle ahí
que viene " (14*).
No obstante, este Ángel de la Alianza ¿no será el Ángel de Yahvé al que Agar
llama El Rey? (Génesis 16,13) y que se anuncia también unos versículos después
como "Yo soy El-Shaddai" (Génesis 17,1) (15*).
Observemos que en la iconografía medieval de la Iglesia Ortodoxa, San Juan
Bautista, el precursor de Cristo, es representado con alas. El que "abre
el camino" designa esta Vía del sacrificio que es la de los afràd,
doctrina secreta que se manifiesta en la kenosis divina de la Encarnación -el
acto absoluto del Amor por el que Dios se despoja, se vacía de poder, porque el
quiere parecerse a su criatura, acercarse a él y salvarle: "Él, de condición
divina, no retuvo celoso el rango que le igualaba a Dios, sino que él mismo se
anonadó a sí mismo tornando la condición de esclavo y volviéndose similar a los
hombres" (Filipenses, II, 6-7) (16*).
El personaje de san Juan Bautista - del que es conocida la veneración que le
tenían los caballeros templarios, así como la tenían a la Virgen María- enlaca
con la figura del precursor y puede asimilarse al del profeta Elías. En efecto,
al inicio del evangelio de Lucas, el arcángel Gabriel anuncia a Zacarías el
nacimiento de Juan Bautista, le predice que su hijo "unirá el corazón de
los padres al corazón de los niños". Sin embargo esta expresión se
encuentra igualmente al final del Antiguo Testamento en un versículo de
Malaquías: "He aquí que yo os enviaré a Elías el profeta, antes de que
llegue el día terrible del Señor. Y él unirá el corazón de los padres al de los
niños".
Esta identificación es muy destacable, sobre todo porque se sabe que Elías,
bajo la forma musulmana de Ilyas, es a menudo vista como otro nombre de
Al-Khadir.
¿Encontraremos por aquí la figura enigmática del "Baphomet"?
De forma circunstancial, John Charpentier (37) había ya sugerido que Baphomet
podría ser una contracción de "Bap (tiste)" y "(Ma) homet".
Este comentario es más serio de lo que parece aunque sólo fuera porque reconoce
de manera implícita la transmisión por la vía islámica de una tradición
hermética y su incorporación en el esoterismo cristiano.
Ahora bien, hablando en serio, lo que debiera interesarnos desde el punto de vista
iniciático más que la hermenéusis sobre las letras en sí no es otra cosa que,
entre todas las grafías de siete letras (Bafomet, Bofumet, Bahomet), nuestro
"Baphomet" tiene ocho letras (38).
Recordaremos, al respecto, el versículo de la sura de los últimos tiempos:
"Ellos eran siete, su perro era el octavo". En "Baphomet"
está en cierto modo la "H", la octava letra del alfabeto que
representa el perro. Así que la elección gráfica del "phi" griego
sería de orden iniciático.
Fulcanelli ha mostrado el valor simbólico de la letra "H" en el
lenguaje de ciertas corporaciones hermético-místicas. Recordemos su evocación
del artesonado del maravilloso techo de Dampierre-sur-Bontonne, en
Charante-Maritime, donde él ve una corona trinitaria por encima de una gran
"H" rodeada por una filacteria que dice: "In Te Omnis Dominata
recumbit", que traduce como "En ti reposa toda Potencia", y, por
otro lado, el gran alquimista declara en el estudio que le consagra a dicho
artesonado: "La letra H, o al menos el carácter gráfico que la representa,
había sido escogida por los Filósofos para designar el Espíritu, alma universal
de las cosas" (17***).
Según Eugèn Canseliet se puede ver la representación más segura del Baphomet en
la ilustración de la portada del libro Todas las Obras del filósofo anónimo
Filaleto: "El mercure-mercurius-mercurio está de pie sobre la esfera y
cubre su cabeza con una corona qu eestá sobre el signo metálico-astrológico que
designa simultaneamente el planeta y al mercurio, que tiene las alas desplegadas
y los brazos horizontalmente extendidos".
El valor criptográfico de una palabra se obtiene sumando el rango alfabético de
cada una de sus letras en el sistema de la lengua utilizada. Lo que da, en
francés, para el nombre de Baphomet, 80.
Si realizamos la comparación con la expresión hebrea "Roua´h
Hakodesh", el Espíritu Santo, vemos que tiene un valor idéntico de 80. El
equivalente árabe es "Er-Rûh", que algunos textos coránicos
identifican con Jabril (Gabriel).
¿Podría, por tanto, Al-Khadir asimilarse al Baphomet? Podría recordarse al
respecto las cuatro estatuas bafométicas encontradas no ha mucho, al inicio del
siglo XIX, en el museo imperial de Viena, por el arqueólogo austríacos Hammer
Purstall (39).
La más importante de las estatuas es un personaje en pie, vestido con traje
faraónico. Porta barba y tiene cuernos encorvados encima de la cabeza, como un
Hermes. Se remarca una inscripción, en caracteres árabes, sobre sus brazos
colgantes. Porbst-Biraben y Maitrot de la Motte-Capron la descifraron así:
"El Señor Kouïder (el que perturba)". Puesto que "Al" o
"El" significa "señor" y el nombre Kouïder está muy próximo
a Khadir...
Mas, ¿por qué ha de ser Khadir "el que perturba"? Recordemos ahora
las terribles palabras de Leon Bloy anunciando la venida del Paráclito:
"Él es ciertamente el Enemigo, de tal modo idéntico a Lucifer que fue
llamado Príncipe de las Tinieblas, que es poco menos que imposible distinguir
en el éxtasis beatíficos, separarlos... Que el que pueda comprender, comprenda.
La Madre de Cristo ha sido considerada la Esposa de este Desconocido al que la
Iglesia teme , y es por esta razón por lo que la Virgen es prudentemente
invocada bajo el nombre de Estrella de la Mañana y Vaso Espiritual" (40).
Es de su más grande poder entre los hombre ("El-Shadda"i=345) con el
que Dios se despoja para revestir su más extrema pobreza entre los hombres
(Jesús), y el cuerpo de María es el lugar de este sacrificio.
Porque el poder de Dios reside en su Nombre -que es el Nombre (He Shem=345) y
este es el Nombre del que se despoja. En tanto que Hijo del hombre, Jesús, como
todo ser humano, está enlazado a su ángel personal que le protege y canaliza
sobre él las más altas energías del Padre. El Ángel guardián de Jesús no es
otro que el "Ángel del Señor" del escrito de Mateo (I,20), el que
Lucas asimila a Gabriel y el que se revela bajo el nombre de
"El-Shaddâi", el que el Islam llama Al-Khadir y que reconocen en
Elías (Ilyas) (18*).
Sin duda es así como nos lo hace comprender las siguientes palabras del Sheik
al-Akbar: "El Sello de los Santos bebe de la misma fuente donde bebe el
Ángel que inspira al enviado de Dios. Si tú comprendes lo que estoy aludiendo
es que has alcanzado la ciencia totalmente eficaz" (41).
Hay un hadiz donde el profeta habla del "Pájaro Verde" cuyo buche es
como un abrigo del otro mundo, un refugio a los espíritus de los "testigos
de la Verdad". El buche del Pájaro Verde es esta tierra de la que
Al-Khadir es el rey, la tierra de Var que conserva la simiente de los cuerpos
de resurrección, el Agua de la Vida. Y la "Ciencia plenamente eficaz"
de la que habla Ibn Arabi es la ciencia de la formación y de la eclosión de los
cuerpos de resurrección, la ciencia de los afrâd, porque la formación del
cuerpo de resurrección es un don del Ángel y el nacimiento del "cuerpo de
resurrección" es un don de María.
NOTAS DE SANTACREU
1. Según qué versiones todavía todavía, se encuentra Khidr o Khezr et, en la
India es designado bajo los nombres de Khwâjâ Kkadir, Pîr Badar o Râjâ Kidâr.
2. Citado por Jean Robin, "René Guénon, témoin de la Tradition", éd.
Trédaniel, 1986, p.308.
3. N°224-225, agosto-septiembre, 1938, pp. 304-318
4. Conforme a su nombre "El Verdeante", derivado del árabe akhdar,
que significa "verde".
5. Es de destacar que la alquimia considera la sangre y la leche como los dos
símbolos de los elementos originales (azufre y mercurio).
6. René Guénon, " El jabalí y la Osa" en "Symboles de la Science
sacrée", Gallimard, 1986, p.160 .
7. Abdul-Hâdî es el sobrenombre islámico del pontir sueco John Gustav Agelii,
llamado Ivan Aguéli (1869-1917). Es quien habría transmitido a René Guénon, en
junio de 1912, la barakah del sheikh Elish Al-Kébir.
8. Abû Bakr Muhammad ben Alî, nacido en Murcia el 17 de Ramadan del 560 de la
Hégira (28 juilio de 1164); es más conocido con el nombre de Ibn Arabî, siendo
su título honorífico Sheik al-Akbar (" el maestro más grande").
9. Abdul-Hâdî, "Ecrits pour la Gnose", Archê, 1988, p.144.
10. En lo concerniente a las referencias de obras de Ibn Arabî reenviamos al
lector principalmente al trabajo de Michel Chodkiewicz, "Le Sceau des
saints", Gallimard, 1986.
11. Sobre el simbolismo del sable y la espada: René Guénon, " Sayful-Islam
", in "Symboles de la Science sacrée", Gallimard, op.cit.
12. Sobre la "Vía del Medio", cf. chap.26 de "La Grande
Triade", René Guénon, Gallimard, 1957 (hay traducción en editorial
Obelisco).
13. "La Sagesse des prophètes", Albin Michel, 1974, p.49
14. N°253, agosto de 1946.
15. Abdul Hâdî evita el término "mariano" y emplea el de
"marial" que debió considerar poco católico para su gusto. El
anarquismo militante de Ivan Aguéli provocaría en él una hostilidad radical
hacia la Iglesia católica y su sistema clerical. Nosotros no le hemos seguido
en su repulsión semántico-ideológica.
16. El nombre musulmán de René Guénon se traduce: "Juan, el Servidor del
Único".
17. Sobre esta noción, se consultará principalmente el capítulo quinto del
bellísimo libro de Charles-André Gilis, Marie en Islam, Editions
Traditionnelles, 1990.
18. De manera extaordinaria, Lucas designa las líneas ancestrales de los tres
otros parientes de Jesús: Zacarías "de la línea de Abia", Isabel,
"de la descendencia de Aarón", José, "de la familia de
David" (Lucas, I, 5, y Lucas I, 27), pero no dice nada concerniente a
María. Hay un elocuente silencio.
19. "Commentaires sur le Coran", Sacelp, Paris, 1981, p.463
20. Il Henoch slave, LXX-LXXI, en "Ecrits intertestamentaires",
Paris, Gallimard, 1987, pp.1218-1223.
21. Charles-André Gilis, op. cit., pp.55-56
22. Se cita por ejemplo el "Tratado sobre la Virtud y la composición de
las Aguas" de Zosimo, "El Sueño Verde" o incluso "Hermes
Desvelado" de Cyliani.
23. "Corps spirituel et Terre céleste", Buchet/Chastel, 1979, p.85
24. Los relatos místicos de Sohrawardî han sido traducidos por en su obra
"L'Archange empourpré", Paris, Fayard, 1976
25. Abdol-Karim Gili, "L'Homme parfait", traducido por Henry Corbin,
en ·Corps spirituel et Terre céleste", p.185.
26. René Guénon, " Quelques considérations sur l'hermétisme ", en
"Aperçus sur l'Initiation", Editions Traditionnelles, 1977, p.261
27. Jacques Viret, "Stella Maris: Registres et thèmes de l'hymnologie
mariale latine ", en Connaissance des Religions, n°47-48, 1996, p.98
28. Cf. René Guénon, "Symbolisme de la forme cosmique ", en
"Symboles de la Science sacrée" (et particulièrement le chap.31 :
"La Montagne et la Caverne ").
29. Ibid. chap.15 : " Un hiéroglyphe du Pôle "
30. El primer relato comprende la aleyas (versículos) 9-25 ; le el segundo
relato ocupa las aleyas 27-59 ; y el tercero las aleyas 60-98.
31. Entre los numerosos comentarios coránicos, los de Tabarî (m.311/923) se
consideran de una autoridad incomparable, tanto entre los musulmanes como entre
los islamólogos. Recogió en una monumental obra, el Tafsis, un número
impresionante de tradiciones.
32. "Les Sept Dormants, Apocalypse de l'Islam", in "Mélanges
Peeters 11, Analecta Bollandiana", 1950, pp. 245-260
33. Sobre este valor numérico de " Schaddaï ", cf. F.Warrain,
"La Théodicée de la Kabbale", éd. Véga, 1949, p.95
34. En marzo de 1950 apareció en la revista "Etudes Traditionnelles"
(n°282), el primer artículo de Denys Roman. Era un ensayo sobre "La
Symbolique maçonnique de Jules Boucher".
35. Cf. Georges Lahy, "Kabbale Extatique et Tserouf", éd.Lahi, 1993,
p.72
36. Cf. Jean Reyor, "Pour un aboutissement de l'ouvre de René
Guénon", Archê, 1991, chap.9
37. "L'Ordre des Templiers", éd. Tallandier, Paris, 1987.
38. La interpretación de Jean-Claude Danis - en "Toulouse, Capitale
mystique", éd. Arlet, 1985, que sugirió la grafía con reforzamiento de la
"f", Baffomet, no nos parece contradictorio: la "f"
reforzada sugerida por las dos barras horizontales de las letras, de manera
velada, el "H" hermético.
39. Cf. John Charpentier, op. cit., pp. 178-180
40. Léon Bloy, "Le Salut par les Juifs", éd. G. Crès, Paris, 1905,
pp.117-118
41. Ibn Arabî, "La Sagesse des prophètes", op. cit., p.52
.