En estas dos imágenes, la primera del Profeta Muhammad y la segunda del staret ruso ortodoxo Serafin de Sarov, se aprecia la irradiación teúrgica que emanan ambos y que les permite mantener sumisos hasta a los animales más salvajes.
Con estas imágenes se intenta mostrar el verdadero poder que poseen los hombres liberados o santos. Aunque en realidad habría que decir autoridad espiritual ya que "poder" y "autoridad" corresponden a dos dominios diferentes, el primero al del devenir temporal y el segundo al de la espiritualidad inmutable.
Esto tiene poco que ver con la devoción religiosa o con la magia, se trata más bien de una presencia metafísica e intelectiva que se expresa a través de estos hombres elegidos y que actúa bajo una modalidad de irradiación en extremo sutil y refinada, pura.
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