domingo, 12 de junio de 2011

Arthur Rimbaud, Parada

   Tunantes muy sólidos. Muchos de ellos han explotado vuestros mundos. Sin necesidades, y poco urgidos de emplear sus brillantes dones y sus conocimientos de vuestras conciencias. !Qué madurez de hombres! Ojos embrutecidos a la manera de la noche de estío, rojos y negros, tricolores, de acero picado con estrellas de oro; fisonomías deformes, plúbeas, lívidas, incendiadas; ronqueras guasonas. !La marcha cruel de los oropeles! - Hay algunos jóvenes, -¿cómo mirarían al querubín? -provistos de voces aterradoras y de ciertos recursos peligrosos. Se les envía a la ciudad a fornicar, disfrazados de un lujo repugnante.
   !Oh, el más violento Paraíso de la mueca rabiosa! Sin comparación con vuestros Fakires y las demás bufonerías escénicas. En trajes improvisados, con el sabor de la pesadilla, representan farsas, tragedias de malandrines y de semidioses espirituales como no lo han sido nunca la historia o las religiones. Chinos, hotentotes, bohemios, bobos, hienas, Molochs, viejas demencias, demonios siniestros, mezclan los giros populares, maternales, con las actitudes y las ternuras bestiales. Interpretarían piezas nuevas y canciones "para señoritas". Maestros juglares, transforman el sitio y las personas y utilizan la comedia magnética. Los ojos llamean, la sangre canta, los huesos se alargan, las lágrimas e hilos rojos chorrean. Su burla o su terror dura un minuto, o meses entero.
   Sólo yo poseo la clave de esta parada salvaje.      

1 comentario:

  1. Lectura compleja con elegantes palabras, al mismo tiempo feroces hacia los prelados y su comunidad.

    Lectura misteriosa, enigmática.

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