domingo, 19 de junio de 2011

William Blake

Los que han leído detenidamente la obra del poeta y pintor William Blake (1757-1827) saben que éste fue más que un simple artista atrapado en un esteticismo espúreo, aquel del “arte por el arte” que reduce la creación a un mero acto de placer hedonista. Su producción artística habría que compararla con aquellas tradicionales de la Edad Media o del Oriente cuya principal razón de ser era la de transmitir un mensaje trascendente siendo el artista o artesano un humilde transmisor. 

Él mismo se consideró siempre un artesano que practicaba el oficio de grabador, renegando siempre de los caprichos modernos e intelectualoides que diferencian al artesano del artista creador de “bellas artes”. Este último, el artista moderno, sucumbe a la tentación y vanidad de querer demostrar su talento individual en perjuicio del contenido simbólico de la obra; todo el arte moderno se verá afectado por este individualismo luciferino que antepone el estilo personal del autor al contenido impersonal de su obra. 


Sobre esta patología del arte moderno el historiador de arte Ananda Coomaraswamy ha dicho lo siguiente:  "La manufactura, la práctica de un arte, es, así, no sólo la producción de utilidades, sino también, y en el sentido más alto posible, la educación de los hombres. La manufactura no puede ser nunca, excepto para el sentimental que vive para el placer, un «arte por el arte», es decir, una producción de objetos «finos» o inútiles sólo para que podamos deleitarnos con «colores y sonidos finos»; tampoco podemos hablar de nuestro arte tradicional como un arte «decorativo», pues considerar la decoración como su esencia sería lo mismo que considerar la sombrerería como la esencia del vestido, o la tapicería como la esencia del mobiliario. En su mayor parte, nuestro jactancioso «amor al arte» no es nada más que el goce de sensaciones confortables. Es mejor ser un artista que dedicarse a «amar el arte»; al igual que es mejor ser un botánico que dedicarse a «amar los pinos»". 

Blake tuvo la “originalidad” de ilustrar con gravados sus propios textos poéticos, consiguiendo resultados verdaderamente hermosos. Sus obras acabadas poseen la gracia y el aspecto estilizado de los manuscritos medievales aunque con una impronta romántica propia de su época. Fue también un crítico acérrimo de la revolución industrial - demostrando con ello su espíritu anti-progresista - y se negó a formar parte del negocio de la imprenta que comenzaba a gestarse en esa época, encargándose él mismo de producir cada una de sus obras.


    
A la edad de 4 años tuvo su primera visión espiritual, cuando Dios se le aparece en su ventana, observando el entierro de un hada cuyo cuerpo yacía en el pétalo de una rosa. Luego, cuatro años después, el profeta Ezequiel se le aparece en uno de los árboles de su jardín. A la edad de 10 años, cuando su hermano Robert muere, dijo que había visto con sus propios ojos cómo “el alma salía del cuerpo y subía hacia el cielo, exultante de alegría”

Blake tuvo una capacidad visionaria altamente desarrollada, la misma que encontramos también entre algunos teósofos sufíes que han sido estudiados por el orientalista Henry Corbin. Estas visiones no deben en modo alguno confundirse con la fantasía sino más bien responden a una imaginación espiritual o Imaginatio, que como muy bien lo ha dicho Paracelso: " a diferencia de la Imaginatio vera, la fantasía (phantasey) es un juego del pensamiento, sin fundamento en la Naturaleza; nada más que "la piedra angular de los locos". Mediante esta "imaginación activa" el individuo logra penetrar en el mundus imaginalis -  "espacio" intermedio entre el mundo de la materia y el mundo del espíritu - y dialogar con las entidades sutiles o espirituales que habitan en él. 

"Los profetas describen lo que vieron en Visiones... con sus órganos imaginativos e inmortales. Un Espíritu y una Visión no son, como supone la filosofía moderna, un nuboso vapor, o una nada: se hallan organizados y articulados meticulosamente, más allá de lo que pueda producir la naturaleza mortal y perecedera. Quien no imagina rasgos más fuertes y mejores, y bajo una luz más fuerte y mejor que la de su ojo perecedero, no imagina en absoluto".


Fueron este tipo de excentricidades las que hicieron que se ganase el apelativo del "loco Blake", aunque en realidad estuviese más cerca de la genialidad que de la locura. Sin embargo, sus amigos sí supieron reconocerle esa sabiduría que fluía por sus venas, la verdadera causante de sus “extrañas” conductas y pensamiento disidente. Por lo demás, con Blake se confirma una vez más ese misterioso nexo que une los extremos opuestos como lo son la locura y la sabiduría; algunas veces el sabio la adopta intencionalmente como camuflaje y otras veces el observador distraído simplemente confunde estos dos estados, que por extremos y alejados del “sentido común” se les suele escapar de su horizonte intelectual.

Casos similares de confusión y parentesco entre la sabiduría y la locura las tenemos en todas las tradiciones: los "malamati" en el islam, los "sadhus" en la india, los "locos de cristo" en el cristianismo ortodoxo, los "heyoka" en los pieles rojas, etc. No estoy diciendo que Blake cumpliese ese rol dentro de la tradición cristiana pero sí que ciertos rasgos de su personalidad lo emparentaban con dicha función.


"Estimo la Diversión, pero demasiada Diversión es la más despreciable de todas las cosas. La Alegría es mejor que la Diversión y la Dicha, mejor que la Alegría. Creo que un hombre puede ser feliz en este Mundo. Y sé que éste Mundo Es un Mundo de Imaginación y Visión. Cada cosa que Veo la pinto en este Mundo, pero no todas las personas ven de la misma manera. Para los Ojos de un Mísero, una Guinea es más bella que el Sol y una bolsa gastada por el uso del Dinero tiene proporciones más hermosas que una Vid colmada de Uvas. El árbol que inspira a algunos lágrimas de dicha es a Ojos de otros sólo una cosa Verde interpuesta en el camino. Algunos ven la Naturaleza toda Ridículo y Deformidad, y por éstos no regularé yo mis proporciones; y Algunos apenas ven siquiera la Naturaleza. Pero para los Ojos del Hombre de Imaginación, la Naturaleza es la Imaginación misma. Tal como un hombre es, así es como Ve. Tal la formación de su Ojo, tales sus Poderes".       


William Blake fue ante todo un cristiano con una lectura muy personal e inspirada de la Biblia, un hombre tradicional con una fe religiosa y un espíritu indudablemente metafísico. Esta lectura sui generis de las escrituras bíblicas lo llevó a desarrollar una exégesis que lo alejó de las posiciones eclesiásticas y lo acercó más bien a ciertas corrientes “heterodoxas” de su tiempo, como lo fueron el Catarismo, la Masonería operativa, el Gnosticismo y la Cábala. Coloco entre comillas lo de heterodoxia porque creo más bien que para ese entonces la tradición cristiana se había ya desvinculado de su esencia o componente esotérico y que por eso mismo había devenido ella una institución heterodoxa: comenzaba su proceso de modernización que culminaría con el humanitarismo edulcorado que vemos en la actualidad.

Estas corrientes subterráneas y esotéricas, en cambio, siendo legítimamente reconocidas por la Iglesia durante la Edad Media, mantuvieron y extendieron por un tiempo más prolongado la ortodoxia con respecto al espíritu Crístico, por más que la Iglesia pasase ahora a condenarlas y perseguirlas. Todo parece indicar que Blake bebió de estas fuentes y que éstas contribuyeron al desarrollo de su exégesis bíblica tan “original” y “transgresora” (para el exoterismo cristiano).


"El Juicio Final no es Fábula o Alegoría, sino Visión. La Fábula o Alegoría son una clase to­talmente distinta e inferior de poesía. Visión o Imaginación es la Representación de lo que Existe Eterna, Real e Inmutablemente. La Fábula o Alegoría la forman las hijas de la Memoria. A la Imaginación la rodean las hijas de la Inspiración, que en suma son consideradas Jerusalén. La Fábula es Alegoría, pero lo que los Críticos llaman Fábula es Vi­sión misma. La Biblia y el Evangelio de Jesús no son Alegoría, sino Visión Eterna o Imaginación de Todo lo que Existe".




"Muchos creen que antes de la Creación Todo era Soledad y Caos. Ésta es la idea más perniciosa que puede entrar en la Mente, puesto que despoja de toda sublimidad a la Biblia y Limita Toda Existencia a la Creación y el Caos, al Tiempo y Espacio fijados por el Ojo Vegetativo, y convierte al Hombre que sostiene esta Idea en habitáculo de Descreídos demonios. La Eternidad existe y Todas las cosas existen en la Eternidad, independientes de la Creación, que fue un acto de Gracia. He representado a los que están en la Eternidad por medio de unas figuras en una Nube dentro del Arco Iris que rodea el Trono. Aparecen como en una Nube sólo cuando el tema de la Contemplación es algo relativo a la Creación, Redención o Juicio, aunque su Entera Contemplación concierne a estas cosas. La Razón de que aparezcan así es la Humillación de la Razón y del Ego escéptico, y de Rendirlo todo a la Inspiración. Por esto se verá que yo no considero ni el Justo ni el Perverso se hallen en un Estado Supremo, sino que cada uno de ellos es un Estado del Sueño en que el Alma puede caer al penetrar en sus Ensoñaciones Mortales de Bien y Mal cuando deja el Paraíso siguiendo a la Serpiente".


Es frecuente encontrar en sus escritos la idea de un Dios creador como Demiurgo Maligno (al que llama Urizen) que no sería sino La Razón desbocada que mediante sus “métodos abstractos” devora todo lo que encuentra a su paso, incluyendo la energía del deseo, ésto último una de las cosas que más encendía la ira del poeta. Blake desarrolló un sinfín de personajes que encarnaban ciertos aspectos de la existencia y que fueron dando vida a su mundo mitológico personal. Si bien es cierto esta mitología se encuentra plagada de personajes herméticos difíciles de identificar, para lo cual se necesitaría una especie de clave especial, a pesar de ello se puede intuir la carga de sentido y coherencia que la impregna.

Rene Guenon, en respuesta a una interrogante que le formula Coomaraswamy sobre el poeta en una de las tantas correspondencias que intercambiaron, dice lo siguiente: “siempre he tenido la impresión de que era otra cosa completamente diferentes de un místico, pero sin poder decir a qué se vincula exactamente (aparte del empleo de algunos símbolos masónicos). He releído sus poemas mientras he estado enfermo, y debo decir que sigo perplejo; junto a algunas cosas muy claras como las que usted cita, ¡hay tantas que son incomprensibles! Haría falta especialmente encontrar la “llave” de los nombres extraordinarios que emplea, y que no debe haber elaborado de manera puramente fantasiosa…”


"La antigua creencia según la cual el mundo será consumido por el fuego cumplido los seis años es verdadera, tal como lo escuché del infierno.


Pues el querube de la espada de fuego recibirá por entonces la orden de abandonar la vigilancia del árbol de la vida, y cuando esto haga, se consumirá toda la creación, y lo que hoy se nos parece como finito y corrupto aparecerá entonces como infinito y sagrado.

Esto llegará a suceder a través de un incremento del placer sensual. Pero antes, la noción de que el hombre tiene un cuerpo distinto del alma, tendrá que ser erradicada. Esto haré yo, imprimiendo mediante el método infernal, valiéndome de corrosivos, que en el Infierno resultan saludables y medicinales, disolviendo y borrando las superficies engañosas, y descubriendo lo infinito que yacía en ellas.

Si las puertas de la percepción se limpiaran, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito.

Pues el hombre se ha confinado en sí mismo hasta solamente poder ver las cosas a través de los estrechos resquicios de su caverna". 



Este último poema nos muestra a un Blake que dialoga y comparte con los demonios, lo cual puede desconcertar. Uno de sus temas predilectos fue el de la moral cristiana y la perversa inversión que ésta había sufrido en manos de los sacerdotes. Lo malo e infernal se había asociado al deseo corporal mientras que lo bueno y angelical se asociaba al componente racional, a lo que justamente reprimía este deseo. Pues bien, ante esta situación se reveló el poeta creando una obra en particular, el “matrimonio del cielo y el infierno, en la que realiza una travesía por el mundo de los demonios y en donde éstos le transmiten su “sabiduría infernal”. 

La intención de este juego poético realizado con magistral habilidad era la de demostrar que el cuerpo físico formaba parte también de la creación divina y que no debería excluírsele del modo como lo hacían los sacerdotes puritanos. Quizá la frase hermética “espiritualizar el cuerpo y corporalizar el espíritu” se aplica perfectamente para describir su intención. No puedo evitar dejar de encontrar similitudes entre esta actitud de querer espiritualizar el deseo sexual del cuerpo físico con ciertas prácticas tántricas de la India. Blake es muy claro en varios de sus poemas en enfatizar la importancia de experimentar el goce sensual no con fines hedonistas, claro está, sino más bien como parte de una "realización espiritual" tal como sucede en la doctrina tántrica. 

En ésta lo que prima, grosso modo, es el arte de la economía relacionado al acto de dar rienda suelta a las pasiones, en saber cuándo detenerse para no perder (quemarse) y así mantener una reserva energética importante que podrá ser utilizada para el trabajo de realización. Todo esto en un contexto ritual y bajo la guía de un maestro cualificado. Pues bien, creo que Blake cuando habla del "gozo eterno" y de la sensualidad lo hace enfocándolo en esa dirección. En la plancha 4 titulada La voz del diablo de su obra "el matrimonio del cielo y el infierno", afirma: 

1. El hombre no posee un cuerpo distinto de su alma; pues lo que llamamos cuerpo es una parte del alma percibida por los cinco sentidos, principales entradas al alma en estos tiempos.   

2. La energía es la única vida y procede del cuerpo, y la razón es el límite o circunferencia exterior de la energía.

3. La energía es gozo eterno.

También encontramos en la plancha 6-7 unos proverbios del infierno que recogió mientras se hallaba en su travesía por el infierno. La descripción de cómo le fueron dictados se titula "una fantasía memorable" y dice así:

"Mientras me paseaba por las llamas del infierno, disfrutando de esas delicias del genio que a los ángeles parecen locura y tormento, recogí algunos de sus proverbios; pensando que del mismo modo que los dichos al uso en un país son prueba de su carácter, así los proverbios del infierno mostrarían la naturaleza infernal mejor que cualquier descripción de edificaciones u ornamentos.

Al regresar a casa, sobre el abismo de los cinco sentidos, donde una pendiente de lados planos mira desafiante al mundo presente, vi a un poderoso diablo que envuelto entre negros nubarrones se cernía sobre los bordes de la roca. Con llamas corrosivas escribió la sentencia que aquí surge, la cual puede ahora ser percibida por las mentes de los hombres, por ellos leída en la tierra.

¿Cómo sabes si cada ave que surca los cielos no es un inmenso mundo de alegría, encerrado por tus cinco sentidos?"    

El mundo interior de este hombre visionario fue riquísimo e inagotable. Aparte de ser un artesano dedicado a su oficio fue por sobre todo un sabio con una cosmovisión muy particular del cristianismo, la cual supo plasmar magníficamente en su obra. Murió en su lecho improvisando cánticos, de los que aseguraba no ser el autor. 




1 comentario: