En el primer párrafo Rene Guenon nos explica cómo sí es posible hablar de una "raza europea", ya que a pesar de existir diferencias étnicas acentuadas entre los diversos pueblos europeos éstos poseen suficientes caracteres comunes que los distingue de las demás razas.
Y luego Intusunqu Waman, en los siguientes dos párrafos, nos explica sobre el origen y formación de las nuevas etnias que han dado lugar a las identidades nacionales actuales por todos conocidos: franceses, ingleses, españoles, etc.
Así mismo nos menciona rápidamente cómo el influjo de la Cristiandad - por una acción providencial de "exteriorización" - ayudó a unificarlos en una comunidad de pueblos-naciones bajo una autoridad espiritual y temporal, lo que se conoce como la civilización medieval cristiana. La destrucción de esta civilización tradicional cristiana de la Edad Media comenzará con el rey de Francia Felipe el Hermoso a la cabeza y luego con el advenimiento del Renacimiento...
No obstante, por eso no es menos cierto que los pueblos europeos presentan bastantes caracteres comunes para que se les pueda distinguir claramente de todos los demás; su unidad, incluso si es más bien adquirida que primitiva, es suficiente para que se pueda hablar, como lo hacemos, de raza europea. Únicamente, que esta raza es naturalmente menos fija y menos estable que una raza pura; los elementos europeos, al mezclarse a otras razas, serán absorbidos más fácilmente, y sus caracteres étnicos desaparecerán rápidamente; pero esto no se aplica más que al caso donde hay mezcla, y, cuando hay solo yuxtaposición, ocurre al contrario que los caracteres mentales, que son los que más nos interesan, aparecen en cierto modo con más relieve.
Por lo demás, estos caracteres mentales son aquellos para los que la unidad europea es más clara: cualesquiera que hayan podido ser las diferencias originales en este aspecto como en otros, se ha formado poco a poco, en el curso de la historia, una mentalidad común a todos los pueblos de Europa. Eso no quiere decir que no haya una mentalidad especial de cada uno de estos pueblos; pero las particularidades que los distinguen no son más que secundarias en relación a un fondo común al que parecen superponerse: son en suma como especies de un mismo género. Nadie, incluso entre aquellos que dudan que se pueda hablar de una raza europea, vacilará en admitir la existencia de una civilización europea; y una civilización no es otra cosa que el producto y la expresión de una cierta mentalidad". (René Guenon)
Y luego Intusunqu Waman, en los siguientes dos párrafos, nos explica sobre el origen y formación de las nuevas etnias que han dado lugar a las identidades nacionales actuales por todos conocidos: franceses, ingleses, españoles, etc.
Así mismo nos menciona rápidamente cómo el influjo de la Cristiandad - por una acción providencial de "exteriorización" - ayudó a unificarlos en una comunidad de pueblos-naciones bajo una autoridad espiritual y temporal, lo que se conoce como la civilización medieval cristiana. La destrucción de esta civilización tradicional cristiana de la Edad Media comenzará con el rey de Francia Felipe el Hermoso a la cabeza y luego con el advenimiento del Renacimiento...
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"Hemos hablado de la raza europea y de su mentalidad propia; ¿pero hay verdaderamente una raza europea? Si se quiere entender con eso una raza primitiva, con una unidad original y una perfecta homogeneidad, es menester responder negativamente, ya que nadie puede contestar que la población actual de Europa se ha formado por una mezcla de elementos pertenecientes a razas muy diversas, y que hay diferencias étnicas bastante acentuadas, no solo de un país a otro, sino incluso en el interior de cada agrupamiento nacional. No obstante, por eso no es menos cierto que los pueblos europeos presentan bastantes caracteres comunes para que se les pueda distinguir claramente de todos los demás; su unidad, incluso si es más bien adquirida que primitiva, es suficiente para que se pueda hablar, como lo hacemos, de raza europea. Únicamente, que esta raza es naturalmente menos fija y menos estable que una raza pura; los elementos europeos, al mezclarse a otras razas, serán absorbidos más fácilmente, y sus caracteres étnicos desaparecerán rápidamente; pero esto no se aplica más que al caso donde hay mezcla, y, cuando hay solo yuxtaposición, ocurre al contrario que los caracteres mentales, que son los que más nos interesan, aparecen en cierto modo con más relieve.
Por lo demás, estos caracteres mentales son aquellos para los que la unidad europea es más clara: cualesquiera que hayan podido ser las diferencias originales en este aspecto como en otros, se ha formado poco a poco, en el curso de la historia, una mentalidad común a todos los pueblos de Europa. Eso no quiere decir que no haya una mentalidad especial de cada uno de estos pueblos; pero las particularidades que los distinguen no son más que secundarias en relación a un fondo común al que parecen superponerse: son en suma como especies de un mismo género. Nadie, incluso entre aquellos que dudan que se pueda hablar de una raza europea, vacilará en admitir la existencia de una civilización europea; y una civilización no es otra cosa que el producto y la expresión de una cierta mentalidad". (René Guenon)
Intisunqu Waman prosigue:
"Señalamos que las etnias actuales que forman parte de la raza europea, no son las etnias originales que ocuparon desde hace cerca de seis milenios la parte occidental del continente euro-asiático (Europa). Las etnias actuales son producto de una compleja etnogénesis intrarracial, acontecida sobre todo a partir del siglo IV de la era cristiana y cuyo origen se encuentra en la impronta invasora germánica.
Está demostrado que las tribus bárbaras germánicas vivían al exterior del área del imperio romano, las principales fueron: godos, ostrogodos, visigodos, francos, alamanas, anglos, sajones, alanos, vándalos, suevos, etc. Estas tribus, por razones no bien precisadas comenzaron, casi diríamos de manera sincrónica, a traspasar por oleadas migratorias la frontera romana: esta invasión transformó radicalmente la realidad étnica del imperio romano, alterándose para siempre los rasgos genético-culturales de las etnias europeas más antigua (sobre todo las célticas y latinas).
Algunas de ellas incluso desaparecieron (o mejor dicho fueron asimiladas ―de grado o fuerza― por las tribus germánicas invasoras). Producto de estos trasvases genético-culturales surgieron en un lapso aproximado de 10 siglos las actuales etnias que forman parte de la raza europea: franceses (hibridación de galo-romanos + francos + bretones); españoles (hibridación de celtíbero-romanos + vándalos + alanos + suevos + visigodos + semitas [árabes y judíos]); ingleses (hibridación de bretones-romanos + anglos + sajones); etc.
Al respecto de estas hibridaciones intrarraciales, cabe señalar que la mayor parte de especialistas en genética de poblaciones sostienen que la raza europea es genotípicamente inestable y por lo tanto fácil de ser asimilada por las otras razas humanas con genotipo más estable, como es el caso de las razas china, negro-africana y amerindia.
Es de distinguir que la raza europea esta principalmente formada por los grupos eslavo, latino y germánico; estos, pese a su inestabilidad genética, son sin embargo tipológicamente compactos. Estos peculiares grupos étnicos europeos formaron con el devenir de los siglos diferentes pueblos-naciones, los que se organizaron bajo diversas modalidades societales de carácter tradicional (clanes, tribus, reinos e imperios).
Cabe del mismo modo señalar que a partir del siglo IV de la era cristiana, la tradición cristiana ―como adaptación providencial de la tradición judía para el mundo europeo―, empezó a unificarlos en una comunidad de pueblos-naciones bajo una autoridad espiritual y temporal; la cual es conocida como Cristiandad, que tuvo una duración efectiva de mil años, después de este tiempo de relativa calma tradicional, se originó una civilización tradicional: la civilización occidental medieval y sus frutos de santidad y sabiduría.
Esta comunidad tradicional empezó a desmantelarse debido al agresivo empuje de las fuerzas contratradicionales personificadas por el rey de Francia Felipe el Hermoso y sus consejeros, formándose los actuales estados-modernos europeos y sus prolongaciones de ultramar. Desde este punto de vista, la Edad Media, que es considerada por las tendencias antitradicionales como “edad de las tinieblas”, nace en el siglo VIII y termina en el siglo XIV según precisa René Guénon.
Correlativamente se inicia el Renacimiento (tiempo comprendido entre los siglos XIV y XVII): se trata del periodo germinal de la naciente civilización occidental moderna, en el cual se establecen las principales características de la mentalidad europea moderna y se desarrollan las principales corrientes ideológicas de la modernidad (el naturalismo: del que nace como consecuencia la ciencia moderna; el cristianismo moderno y sus iglesias católica, protestante y anglicana; etc.).
Es de notar que en este infausto periodo se inicia el desbordamiento geográfico de la raza europea y su agresiva mentalidad antitradicional hacia los mundos tradicionales: la meta no era sólo sojuzgarlos sino impregnarlos del repugnante espíritu moderno. Pese a esta indiscutible realidad histórica, los europeos y sus productos putativos de ultramar (eurodescendientes y occidentalizados) llaman a este periodo histórico: “descubrimiento y conquista”; cuando en realidad no se trata para nada ni de “descubrimiento” (pues las Américas eran ya conocidas por europeos tradicionales como los templarios, por los musulmanes negro-africanos, por los navegantes chinos, etc.) Ni mucho menos de “conquista” (pues se trata de una invasión y ocupación colonial)...".
Cabe del mismo modo señalar que a partir del siglo IV de la era cristiana, la tradición cristiana ―como adaptación providencial de la tradición judía para el mundo europeo―, empezó a unificarlos en una comunidad de pueblos-naciones bajo una autoridad espiritual y temporal; la cual es conocida como Cristiandad, que tuvo una duración efectiva de mil años, después de este tiempo de relativa calma tradicional, se originó una civilización tradicional: la civilización occidental medieval y sus frutos de santidad y sabiduría.
Esta comunidad tradicional empezó a desmantelarse debido al agresivo empuje de las fuerzas contratradicionales personificadas por el rey de Francia Felipe el Hermoso y sus consejeros, formándose los actuales estados-modernos europeos y sus prolongaciones de ultramar. Desde este punto de vista, la Edad Media, que es considerada por las tendencias antitradicionales como “edad de las tinieblas”, nace en el siglo VIII y termina en el siglo XIV según precisa René Guénon.
Correlativamente se inicia el Renacimiento (tiempo comprendido entre los siglos XIV y XVII): se trata del periodo germinal de la naciente civilización occidental moderna, en el cual se establecen las principales características de la mentalidad europea moderna y se desarrollan las principales corrientes ideológicas de la modernidad (el naturalismo: del que nace como consecuencia la ciencia moderna; el cristianismo moderno y sus iglesias católica, protestante y anglicana; etc.).
Es de notar que en este infausto periodo se inicia el desbordamiento geográfico de la raza europea y su agresiva mentalidad antitradicional hacia los mundos tradicionales: la meta no era sólo sojuzgarlos sino impregnarlos del repugnante espíritu moderno. Pese a esta indiscutible realidad histórica, los europeos y sus productos putativos de ultramar (eurodescendientes y occidentalizados) llaman a este periodo histórico: “descubrimiento y conquista”; cuando en realidad no se trata para nada ni de “descubrimiento” (pues las Américas eran ya conocidas por europeos tradicionales como los templarios, por los musulmanes negro-africanos, por los navegantes chinos, etc.) Ni mucho menos de “conquista” (pues se trata de una invasión y ocupación colonial)...".
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