Al estar estas tradiciones a punto de extinguirse, y para no perder los conocimientos esotéricos alcanzados, sus representantes optan voluntariamente por confiarlo al pueblo para que éste los conserve hasta que nuevamente puedan ser descubiertos y re-interpretados. El pueblo cumple así la función de una memoria colectiva o "arca" salvaguardando dicho conocimiento a través de los tiempos.
Esta es la razón por la que entre las producciones folklóricas se encuentren mayormente motivos geométricos y numerológios, los que constituyen en realidad signos o símbolos de verdades trascendentes. Aquí el párrafo sacado de su obra póstuma "Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada", el capítulo IV "El Santo Grial":
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"La concepción misma del “folklore”, tal como se lo entiende habitualmente, reposa sobre una idea radicalmente falsa, la idea de que haya “creaciones populares”, productos espontáneos de la masa del pueblo; y se ve en seguida la relación estrecha de esa manera de ver con los prejuicios “democráticos”. Como se lo ha dicho con mucha justeza, “el interés profundo de todas las tradiciones llamadas populares reside sobre todo en el hecho de que no son populares por origen”; y agregaremos que, si se trata, como casi siempre es el caso, de elementos tradicionales en el verdadero sentido de esta palabra, por deformados, disminuidos o fragmentarios que a veces puedan estar, y de cosas que tienen valor simbólico real, todo ello, muy lejos de ser de origen popular, no es ni siquiera de origen humano. Lo que puede ser popular es únicamente el hecho de la “supervivencia” cuando esos elementos pertenecen a formas tradicionales desaparecidas; y, en este respecto, el término de “folklore” adquiere un sentido bastante próximo al de “paganismo”, no tomando en cuenta sino la etimología de este último término, y eliminando la intención “polémica” e injuriosa. El pueblo conserva así, sin comprenderlos, los residuos de tradiciones antiguas, que se remontan a veces, inclusive, a un pasado tan remoto que sería imposible de determinar y que es costumbre contentarse con referir, por tal razón, al dominio oscuro de la “prehistoria”; cumple con ello la función de una especie de memoria colectiva más o menos “subconsciente”, cuyo contenido ha venido, manifiestamente, de otra parte. Lo que puede parecer más sorprendente es que, cuando se va al fondo de las cosas, se verifica que lo así conservado contiene sobre todo, en forma más o menos velada, una suma considerable de datos de orden esotérico, es decir, precisamente lo que hay de menos popular por esencia; y este hecho sugiere de por sí una explicación que nos limitaremos a indicar en pocas palabras. Cuando una forma tradicional está a punto de extinguirse, sus últimos representantes pueden muy bien confiar voluntariamente a esa memoria colectiva de que acabamos de hablar lo que de otro modo se perdería sin remedio; es, en suma, el único recurso para salvar lo que puede salvarse en cierta medida; y, al mismo tiempo, la incomprensión natural de la masa es garantía suficiente de que lo que poseía un carácter esotérico no será así despojado de este carácter, sino que permanecerá solamente como una especie de testimonio del pasado para aquellos que, en otros tiempos, sean capaces de comprenderlo".
¡Excelente texto!
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