domingo, 11 de septiembre de 2011

Vestido marroqui

Fragmento extraído de la obra "Fez, ciudad del Islam" del autor Titus Burchardt:

La destrucción, por ejemplo, de las formas (aparentemente) más externas de una civilización tiene a veces las consecuencias más trascendentales. Un marroqui muy culto me dijo una vez: "Según un proverbio francés, el hábito no hace al monje, pero se podría decir con igual razón que es el hábito el que hace al monje". En efecto, en la mayoría de los casos la desaparición del vestido marroquí es el signo de un cambio de mentalidad. El pretexto de que el vestido europeo es más práctico sólo es cierto a medias, pues los amplios vestidos marroquíes son mucho más adecuados al clima norteafricano, que experimenta grandes variaciones de calor y frío. Al mismo tiempo, con su ascética simplicidad y su viril dignidad patriarcal, expresan cierta actitud espiritual. El turbante, especialmente, es como un signo de dignidad espiritual, una expresión, por decirlo así, de la función sacerdotal que tenía el hombre en el principio, y la tradición islámica le ha atribuido este significado desde siempre. Es lo primero que desaparece, y los modernistas lo combaten duramente como signo de espíritu retrógrado.

El vestido europeo es totalmente inadecuado para las posturas y gestos del culto islámico; estorba las inclinaciones y prosternaciones, dificulta las abluciones prescritas y elimina la dignidad de las reuniones en que los presentes se sientan en el suelo; el hombre vestido a la europea es o bien un "caballero", o bien un simple obrero, un "proletario". Mientras que antaño los hombres sólo se diferenciaban por su cultura, la comunidad se ha visto súbitamente dividida en clases determinadas económicamente y, con los productos baratos de la industria, una pobreza sin belleza invade las casas; la pobreza fea, triste y sin sentido es la más difundida de las conquistas modernas.  









1 comentario: